miércoles, diciembre 26, 2007

Escuché cosas que no debí haber escuchado, que me han apagado un poco. Y fingí no tener nada que decir, porque mentir no se puede y callar se me da mejor que bien. Ahora está por ver si de todo esto que me pasa por la cabeza soy capaz de construir un viaje de ida y vuelta. Porque los viajes tienen la capacidad de amortiguarme de los envites de mi mundo conocido, aunque es cierto que, al regresar (cuando regresas, que no siempre ocurre…), te hacen sentir un poco desamparado. Me ha costado respirar estos días y me han hecho confesiones predecibles que me han golpeado la boca del estómago, mientras intentaba no descomponer la sonrisa. Hoy me toca apretar los puños y llorar hasta vaciarme, procurando recordar que estoy aprendiendo algo, y que no importa tanto que sea bueno o malo, sino darme cuenta y actuar en consecuencia. Y confiar. Confiar en que al final, justo un segundo antes del desenlace, siempre hay algo o alguien que me rescata, de la manera más inesperada.

Aunque esta vez hay un candidato menos a héroe de la temporada, porque ahora tengo la certeza de que, a ratos, me ves, y a pesar de o precisamente por eso, esta vez no me bastas.

miércoles, octubre 03, 2007

Cosas que nunca pasan.

Pero que se piensan. Que se atesoran. Que se planean durante horas. En la cabeza. En la boca del estómago. En lugares como este.

Sólo tienen una desventaja. Las cosas que nunca pasan. Sólo una. El nudo. El nudo de incertidumbre que se te agarra y que no se suelta así como así. No se suelta. No.

Y eso que nunca pasa se acaba convirtiendo en nudo, en fantasma, en sombras al acecho. Una. Dos. Mil. Un millón y medio.

Como los indios en el oeste. Entre las rocas. Sin hacer ruido. Con el arco preparado para dispararte el recuerdo en medio de la frente. Cuando menos te lo esperas. Cuando te has olvidado del fantasma. Cuando el nudo está casi deshecho. Cuando estás confiado, acalorado y bajas del caballo sólo un momento para beber agua. Porque te mueres de sed. Y hace mucho calor. Uf. Mucho calor.

Y te confías. Casi hasta lo olvidas. Porque tienes sed. Que estás en medio del oeste con montones de apaches vigilándote desde las alturas. Uno. Dos. Un millón y medio. Las cosas que nunca pasan. Las que se te agarran en el estómago. Esas.

Y entonces. Justo en el primer trago. El disparo. Un apache. Directo a la cabeza. Y después otra vez el calor. Y el miedo. El miedo que te recuerda la sombra al acecho. El fantasma. El miedo apache. El nudo que se tensa y la sangre que te golpea ahí dentro. Una y otra vez. Una, dos, mil. Un millón y medio.

Las cosas que nunca pasan. Vivir siempre en territorio apache. Sin poder bajarte del caballo. Donde nunca pasa nada.

O quizá sí...

jueves, julio 12, 2007


Me encanta viajar sola de vez en cuando. Me encanta. Sobretodo ese momento previo a la salida. Se me agarra un no se qué en el estómago, una especie de pánico escénico que sale de algún lado. Ahí dentro. Y se me llena la cabeza de palabras, de canciones, de frases arriesgadas y vitalistas, de pensamientos lánguidos y melancólicos, de sana tristeza e incertidumbre…

Y siento que me voy abriendo por dentro, como si me llenara de viento. Viajo, escapo, me asusto, me desvío, me expongo. Me invade el vértigo. Me encuentro con mi propio yo en mi propio movimiento, un yo vacío y solo entre dos puntos que me acogen. Un yo entre el echar de menos y las ganas de volar.

Tiempo para pensar. Tiempo para escucharme. Para llenarme. Porque, como alguien me dijo, viajar es como hacer un repaso de todas las posibilidades antes de volver a casa.

Y yo estoy repasando posibilidades, y escuchándome, mientras el camino corre y corre a toda velocidad bajo mis pies...

"Every single person has at least one secret that would break your heart. If we could just remember this, I think there would be a lot more compassion and tolerance in the world"
Da qué pensar, no...?

lunes, junio 18, 2007

Y de repente te ves ahí en medio, ante un público expectante, con un balón en las manos.

Y no sabes qué, pero crees tener que hacer algo, correr, darle patadas al balón, malabares, algo.

Y el público te mira y contiene la respiración, y no se oye ni una mosca, y tú piensas, POR QUÉ COÑO TENGO UN BALÓN EN LAS MANOS si yo este juego no sé de qué va, si yo, de siempre, he preferido jugar a esconderme...



parecefácilllegarhastaaquílodificildespuésesdecidircuandosalirse

viernes, junio 15, 2007

Cuando regalas unas alpargatas regalas también la posibilidad de que hieran los pies de su dueñ@.

Cuando regalas tiempo regalas también la posibilidad de que sea despilfarrado.

Cuando regalas un marcapáginas afilado regalas también la posibilidad de que alguien se corte por accidente.

Cuando regalas un teléfono regalas también la posibilidad de que no sea a tí a quien quieran llamar.

Un regalo deja de estar bajo tu responsabilidad en el mismo momento en que pasa a formar parte de la vida del otro.

Arriesgado, ¿no?, visto así, regalar teléfonos, marcapáginas, alpargatas o tiempo.

Incierto.

Descontrolado.

Mmm...

Y apasionante...

... esto de los regalos...

lunes, junio 11, 2007

Azul, azul, azul...

De una belleza casi insultante...

De un "si no eres feliz bajo esta increíble claridad es que te falla algo dentro de la cabeza..."

Así que aquí estoy, qué le voy a hacer, paseando por la calle, feliz y sonriente...

Salud mental metereológica.

Equilibrio emocional atmosférico.

Un estado de ánimo completamente azul.

De una belleza casi insultante...

miércoles, mayo 02, 2007

cerraron; abra
apagaron; encienda
desataron; ate
limpiaron, ensucie
se rompió; decida
no sabe arreglar; experimente
para usar lo que no le pertenece;

hágase con un permiso
pidió prestado; devuelva más
no sabe cómo funciona; improvise
es gratis; dése el lujo de rechazarlo
si se lo preguntaron; guarde el secreto
si no sabe hacerlo mejor; pida ayuda
le ofendieron; perdone
quiere ascender en la vida; ¿está seguro?
luche; aunque no venza
sueñe; para poder trabajar
sólo gana; si de verdad quiere hacerlo
piense siempre; dude, hable
si no tiene nada que hacer;

busque un rinconcito donde pegue el sol,
y a vivir, que ya es bastante…

jueves, abril 26, 2007


Cosas que, quizá, tendría que decirte:

Que no pregunte no quiere decir que no quiera saber.
Que no sepa cómo decirlo no quiere decir que no lo tenga claro.
Que, aún sabiendo cómo, no lo diga, suele ser que no quiero decirlo.
Que sonría en las conversaciones dolorosas no quiere decir que no les dé importancia. (A veces, más de la que quisiera).
Que llore cuando me caigo no implica que no quiera volver a caerme.
Que, aunque me ha costado aceptarlo, hay cosas/ personas que me resultan inevitables.
Que puede que no sea lo ideal, pero me siento parte de muy poca gente.
Que ser parte de implica esfuerzo, responsabilidad, paciencia y tiempo.
Que como reacciono tarde, suelo necesitar más esfuerzo, responsabilidad, paciencia y tiempo.
Que sólo me suelto si siento que el de al lado se sujeta muy muy fuerte.
Que me autosorprendo de vez en cuando, a veces es bueno, otras no tanto.
Que me decepciono fácil. Me curo lento.
Que tengo miedo y ganas, en proporciones similares.
Que me gustas como casi tod@s y como casi ningun@.
Que ni lo uno ni lo otro, ni todo lo contrario.


Que, total, paraquéescribirtodoestosinaiayalosabe.

lunes, marzo 12, 2007


... Pero sucedió que el hombre alto sintió nostalgia de los saltos cortos, de los giros y del olor a mandarina, y sin poder evitarlo, parque por parque, banco por banco, farola por farola; siempre con su bolso al hombro, pasaba las horas, minutos y segundos buscando a la mujer pequeñita para poder bailar con ella.

Y sucedió que tanto empeño ponía el hombre alto, que se encontraron no una, ni dos, sino cien veces, y siempre bailaban juntos, no una, ni dos, sino cien veces, la mujer pequeñita con los ojos cerrados, tarareando a veces a media voz, acompañada siempre por los medidos gestos del hombre alto.

Y sucedió también, que se separaban siempre, que se alejaban el uno del otro, sin decirse nunca absolutamente nada, el hombre alto a cámara rápida mirando atentamente a la mujer pequeñita, que bailaba ajena a todo, dando saltitos cortos. Y así siguieron, meses, semanas y días, siempre sin hablarse, bailando y bailando, un dos tres, creyendo que nadie les veía...


ete

viernes, marzo 09, 2007

- No quiero perderlo.

- Pues no lo pierdas. Sólo tienes que guardarlo bien, que no hay nada más tonto que perder algo por el puro miedo a perderlo, y las cosas que más se quieren son las que se pierden de forma más estúpida.

- Y entonces, ¿qué hago con mi tesoro?

- Mmm... Pues... Cuidarlo. Cuida tus tesoros. Pero sin vigilarlos, que está feo. Cuídalos, que no es lo mismo. No... Espera, se me ocurre algo mejor... Libéralos, eso es, que, a veces, dejar a la vista los tesoros de uno es la mejor manera de no perderlos...


ete
partedesvíooconsecuenciadealgoqueleíen golfillo